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Despedida - Dedicado a mi tío Juan

Siempre fuiste adorable, transparente, querible y querendón. Buen tipo por sobre todas las cosas… si tuviera que pasar revista a mis recuerdos de vos no podría encontrar uno sólo que haga que una sonrisa no se me dibuje en la cara, para que luego de unos segundos se borre completamente, a causa de la angustia y la bronca que me produce el saber que no te voy a ver nunca más...

Gracias a vos aprendí cosas sobre la vida que sólo vos podrías haberme enseñado a apreciar. Me invade la tristeza al pensar la cantidad de cosas que no volví a hacer con vos y que ahora, ya no volveremos a hacer.

Me mostraste cómo ser una buena persona, a tener siempre, sin importar lo mal que parezcan las cosas y, aún en los momentos más difíciles, una sonrisa en la cara. Cuando escribo esto viene a mi mente tu mirada alegre y esos ojos celestes que compraban a cualquiera... perdón tío querido... pero por más que intento ser fuerte y recordarte con alegría, como vos hubieras querido que haga... no puedo sostener esa sonrisa.

Voy a extrañar tu risa escandalosa, tus caprichos de nene cuando la tía Filomena (tu mujer) no te dejaba comer todo eso que vos no podías, voy a extrañar, también, que al final siempre la convencieras y terminaras comiendo porquerías igual. Porque nadie podía prohibirte tu picadita de salame picado fino y queso Mar del Plata.

Voy a extrañar la alegría que te daba cuando te iba a visitar, cosa que hace tiempo dejé de hacer.

No tengo excusa para eso, pero si una explicación... preferí quedarme con el recuerdo tuyo de cuando estabas bien, de cuando nos levantábamos a las 4 de la madrugada en verano para ir a pescar cornalitos y pejerreyes en el muelle de San Clemente, tu cara de alegría cuando tocaba el timbre de tu casa y gritabas “EU!” de sorpresa al verme ahí, en tu umbral. Siempre me invitabas a entrar un ratito a tomar un vaso de gaseosa bien fría y a comer un “sanguchito” de pan francés con queso fresco y jamón crudo. Después nos poníamos a hablar de cualquier cosa, mujeres (chicas para mi en aquel entonces) autos, amigos, hasta de política! Convirtiendo ese ratito en, al menos, una hora. O dos.

Recuerdo que siempre me decías que tenía que presentarte a mi novia (aunque en ese momento no tenía). Me parte el alma pensar que cuando finalmente tuve una no te la pude mostrar. Tenía la esperanza, esa cosa muchas veces infundada que nos caracteriza, de que por algún milagro divino de la vida te ibas a poner bien y, cuando eso pase la iba a llevar a tomar unos mates con vos...

Lo siento mucho tío, lo siento porque fui egoísta. No fui a visitarte durante todo este tiempo porque me hacía mal verte así, porque me dolía mucho que ya no supieras quien era yo. No pensé que sin importar quien fuera yo en tus recuerdos, a vos igual te encantaba que te visiten, que te mimen, te presten atención y te charlen. Aunque ya no pudieras responder...

Ahora en tu casa suenan los ecos de tu risa mezclados con los llantos de quienes quedamos. Tu mujer te extraña mucho, pero sé que vos ahora la vas a poder cuidar mejor... te recordamos con alegría tío, eso sí, aunque es muy difícil reír sin llorar cuando nos acordamos de vos y de tus infinitas anécdotas.

Voy a atesorar los momentos que pasamos juntos, los graciosos y los no tantos, tus enseñanzas, tus chistes, tu paciencia, optimismo y alegría. Voy a grabar todo en mi corazón para que nunca se borre y para compartirlo, algún día, con mis hijos. Con la esperanza de que alguna vez, podamos llegar a ser la mitad de buen tipo que fuiste vos...

La luchaste durante 4 años, aún cuando los médicos no te daban ni una semana, la aguantaste hasta el final... sé que fue así. Te quedaste hasta que estuviste completamente seguro de que los tuyos podían seguir sin vos... Ahora llegó tu momento para descansar.

Sólo espero que adonde sea que estes yendo, lleves una caña, carnada y el medio mundo para pescar...

Buen viaje Juan...

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